Complot en mi contra...

Hoy llegué de la Universidad aturdida por tener la no mejor nota del curso... abro la puerta de mi habitación, y escucho murmullos, me detuve en seco para saber de dónde provenían y el silencio era absoluto... olvidaba lo sucedido, y nuevamente los murmullos, abría las orejas y lo único que escuchaba eran mis latidos... me hice la loca, me concentré en mis planos y otra vez... empezaron los susurros nuevamente; di un giro olímpico de 180º y allí estaban ellos... una multitud... acumulados... era una orgía que huele rico cuchucheando a mis espaldas... me acerqué y los vi...

Todos emparejaditos... las cremas allá al fondo babeando... el talco, haciendo camita, los perfumes intercambiando aromas, los lipsticks durmiendo, las colonias conversando, los esmaltes coqueteando... y lo peor... mis cepillos... esos a los que tanta confianza les vengo dando al dejar rozar mis cabellos preciados... mis cepillos a los que no permito que nadie los toque... esos pecadores, tirando...

Eso se llama Confabulación de callejón de quinta categoría... atrevidos traicioneros...

Vivan los hongos!

Mis pañales los doblo yo, por favor…

Mami dice que cuando aprendí a caminar, mi única gracia, era ir con pasos de pato a recibirle mis pañales a la chica que los lavaba (no, no habían Pampers… ni Huggies… ni la magia de los pañales desechables) que con mi enanitud, le pedía (yo no sé cómo) que me los entregase, y yo los doblaba…
Mami dice que yo los ponía en mi cama y con toda la paciencia del mundo, los doblaba uno a uno… y es que tantas veces he escuchado esta “gracia mía” (entrecomillas), que sin recordarlo, me acuerdo de todo… y sonrío como idiotita como si de otra niña se tratase pero Ay! Qué linda mira, tenía mi gracia! y me siento ridícula al reaccionar y recordar que este chiste no es más que mío…

Me hubiera gustado contratar a esa enana para que venga sólo los sábados a lavar, doblar y planchar toda mi ropa… sólo los sábados… y si es gratis, mejor…

Qué abuso!!!

La Araña del recuerdo.

Hoy amanecí decidida a exterminar a la araña que habitaba en mi clóset... "No podrás conmigo Loxoscéles querida!" -me dije ilusa-... Saqué todo cuanto había dentro, limpié, barrí, trapeé, sacudí, lustré, pulí, pero no había ni rastro, ni patas, ni telas de araña ni nada de nada, busqué detenidamente en cada rincón, y lo único que encontré fueron 800 gramos de polvo, una moneda de 0.10 céntimos y 3 kilos de pelusa de mi perrita con suficiente ADN como para crear 10 variedades de animales distintos; hasta que vi una cajita, la abrí despacito y encontré algo mejor que una araña, encontré un gatito durmiendo, a Naranjita -amiga de Fresita- una receta de Leche Condensada Nestlé, una estrellita de mar, un lapicero, un sombrerito, un termómetro y un desarmador, me puse a desempolvar mi memoria, y recordé que el gatito duerme desde el año 99', que Naranjita, a pesar de sus 4 centímetros, es una viejonaza de 17 años, que la receta nunca la llegué a preparar, que la estrellita de mar es de alguna de mis caminatas por cualquier orilla de cualquier mar, que el sombrerito me lo regaló mamá, lo ponía en su dedo y me hacía jugar, que el termómetro se quedó conmigo después de alguna noche de fiebre, que el lapicero, alguna vez pintaba y tenía olor y que el desarmador, no sé cómo fue que resultó ahí... (es un intruso creo yo...). Cerré la cajita y continué mi búsqueda.

Obviamente... nunca la encontré, así que abrí Google y empecé a buscarla allí, y al no hallarla, me puse a leer sobre sus gustos y costumbres, pero no podía dejar de pensar que hay recuerdos que nunca se olvidan... así que cambié de idea, y decidí diseñarle una casita a su altura, tiene forma de clóset, cuenta con sala, comedor y cocina, y un baño para romper el mito de que la araña no se baña, tiene ropa en miniatura para que no se meta con la mía y un Nintendo wii por si se aburre, tiene cable en su mini TV y la dejé encendida en National Geographic para que mi clóset le parezca menos entretenido, quién sabe, quizá lleguemos a ser amigas, quizá se convierta en mi mascota de toda la vida... y es que hay cosas, que aunque pase el tiempo, nunca (jamás) se olvidan...

La Luna, el Hombre Araña y mis ganas de pan con palta...

Hoy salí a caminar, cuadra tras cuadra, despacito y con las manos escondidas, caminé hasta sentirme perseguida, miré hacia abajo y era la luna reflejada en una fuga de agua de la pista, seguro ella también estaba triste, seguro ella también tenía las manos en los bolsillos, y me siguió hasta reemplazar su persecución en compañía, llegué a la plaza, me despedí de Ella, y seguí caminando hasta encontrarme con el Hombre Araña vendiendo sus máscaras, vi a un niño gateando, a un tombo fumando y a un turista cantando, y me sentí como la araña que vive en mi closet, y estuve dispuesta a pararme frente al monumento y gritar, pero me di cuenta que había un loco más loco que yo gritando que se acercaba el Apocalipsis... así que regresé a casa con la idea de comer un pan con palta antes que el mundo se acabe... o quizá antes que se me ocurra comprarme una máscara y correr hasta donde estaba el tombo y robarle su cigarro y metérselo al revés en la boca del turista desorejado por atentar contra los oídos de los transeúntes...